Miras sobre ti y observas el infinito. Un infinito tan lejano y tan inmenso que te atemoriza. Sin embargo, miras bajo tus pies, y ves el mundo incendiado por luces que iluminan tu país... o más bien, tu mundo. Las luces no parpadean; brillan como si temieran que el sol fuese a salir y apagar su incandescencia.
Entonces te das cuenta de lo hermoso que es el mundo. Con sus luces y su afán de brillar. Tu mundo. Ámalo.
F.S.F
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