Los ataques
fueron tan horribles que mi escudo no cede. Tan solo es una chapa dorada con
rasguños y delicadas cicatrices.
Siento mis
continuos rechazos, pero no puedo confiar en nadie ahora. Y menos en ti... No
pienses que te odio, porque no es así. No digas que no te quiero, porque si lo
hago.
Maldita armadura… y maldito escudo.
Arrogante espíritu e imbécil coraje.
F.S.F
No hay comentarios:
Publicar un comentario